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En cualquier caso, su oscura existencia parece asegurar, por contraste, la de un brillante mundo cada vez más conexionado, global, interrelacionado, escrutable, telepresente y comunicable. Pero no son tanto “el otro lado del espejo” de ese mundo como la parte de caos que su empeño ordenador deja tras y en torno de sí.

La sustancia sonora de la obra está formada por lo que se denomina “sonidos-documento”. Junto a ellos dialogan o se expanden por el espacio, conformando una coreografía sonora, sonidos puntuales, puntuaciones del espacio-tiempo, elementos que convocan a la ingravidez desde la gravedad e incluso la violencia de algunas de las secuencias sonoras desplegadas.

Quizá el oyente se encuentra con una situación de escucha que deslocaliza la percepción, factor central de las “tierras de nadie”: una deslocalización que implica una desorientación, fomentada por la multiplicidad de las fuentes y por el movimiento del sonido, así como por una relativa disolución de algunas secuencias o sonidos aislados con ayuda de la tecnología electrónica y el montaje. Esa fluctuación en la escucha ayuda a crear además una indefinición en la descodificación de esos materiales, entendidos como signos.

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Artistas: Concha Jerez (Las Palmas de Gran Canaria, 1941) y José Iges (Madrid, 1951)

Curador: Guillermo Santamarina