El museo es un marco, pero no uno convencional: sus bordes pueden cambiar, crea fronteras dentro de fronteras, las cuales pueden actuar como líneas divisorias entre nosotros y ellas, particularmente cuando se trata de cuestiones de propiedad, derechos y la reubicación de nuestras pertenencias. Aquí en las tierras hoy conocidas como Canadá, cuando iniciaron las conversaciones con los museos respecto a la repatriación de los huesos de nuestros ancestros, así como de todas aquellas cosas que fueron robadas abiertamente o vendidas bajo coacción, este marco fue utilizado como el fundamento para negar su devolución.