Ausencias espectrales.
Una conversación entre Chantal Peñalosa Fong y Jaime González Solís

Jaime González Solís (JGS):
El video repara en una serie de espectros que se hacen presentes desde la ausencia. No sólo se trata de las partidas en tu historia familiar, sino también de las desapariciones, las voces perdidas y la memoria borrada en las narraciones históricas. Además de éstos, ¿qué otros espectros se han hecho presentes durante el trabajo de investigación de este proyecto?

Chantal Peñalosa Fong (CPF): Hay en China un tipo de literatura llamado zhiguai xiaoshuo, que al español se traduce como registros de lo extraño, y que he estado pensando desde hace años. Son compilaciones de historias de fantasmas, y quienes se dedicaban a recopilar estas narraciones se llamaban a sí mismos “historiadores de las historias no oficiales”. Ese tipo de historiador me inquieta. Algunos académicos le llaman a este tipo de narrativas bad history, debido a que son escenas en las que no hay manera de comprobar si sucedieron o no; además, se trata de oralidades que alguien escuchó. Pero también hay otra idea que considera a estos registros de lo extraño como uno de los orígenes de la ficción en China.

En algún momento, al estar leyendo y pensando estas compilaciones, sentí un vínculo entre este género literario y la manera en que es tratada la migración china en México. En los archivos públicos, e incluso en la propia historia de mi familia, el viaje a México aparece también como una historia sobre lo extraño, porque así fueron tratados los chinos al llegar aquí. Cuando revisé documentos hechos por comités nacionalistas en el periodo de las campañas antichinas, me di cuenta de que los adjetivos que se utilizan para referirse a los asiáticos pertenecen a algo así como cuentos que hablan de seres no humanos: al cruzar el Pacífico, los chinos se volvieron lo otro, lo abominable, lo monstruoso, la enfermedad, el apocalipsis. La historia de la migración china en México es una historia que ha sido relegada a lo fantasmal. Toda la vida lo he sentido, incluso en mi cuerpo, en mi familia, en esta comunidad migrante a la que pertenezco y de la que, a la vez, me desvanezco. Entonces, las historias de fantasmas nunca son únicamente historias de fantasmas: lo extraño no son registros, sino literalmente sino-memorias.

JGS: La experiencia de habitar la frontera ha sido un tema central en tu práctica. A pesar de que este proyecto parte de una investigación de la migración china en el contexto del borde occidental entre México y Estados Unidos, quizá marca un giro en tu producción con el que la experiencia de la frontera aparece en una dimensión expandida de ambigüedad, no sólo en cuanto a los límites territoriales, sino abarcando también otros intersticios y liminalidades. ¿Cómo situarías el video Fong en relación con esas exploraciones previas sobre el devenir fronterizo?

CPF: Trabajo con imágenes, ideas o situaciones que me intrigan, que tienen algo enigmático. Me interesan las temporalidades múltiples, podría ser algo que ya ocurrió y que, sin embargo, hay estelas de eso y siguen activas hoy. Muchas veces mi obra sucede desde experiencias autobiográficas, a veces en la frontera o en algún otro lugar, y es un procedimiento recurrente para acercarme a eventos que considero relevantes para leer el presente. Otras veces, mi obra no resuelve, sino que complica entender mi autobiografía. Eso me ocurrió con el video Fong.

Cada vez que hago una obra, propongo una especie de ficción donde los espacios y las ciudades en las que vivo o trabajo se transforman en mi estudio de artista, en el que puedo experimentar ficción, historia y mi vida. Así, cada pista que voy encontrando puede integrarse como un material nuevo. Por eso me interesa trabajar con distintos medios o formatos.

Esto surgió de una manera muy temprana con las primeras piezas que hice, en las que repensaba mi lugar de trabajo en ese momento —un restaurante en la frontera— como mi primer estudio de artista. Utilizaba mis horas laborales y los recursos que había allí para hacer mis obras. Hay algo de estas exploraciones previas que han ido formando un lenguaje personal y las estrategias para aproximarme a las cosas. En el caso de Fong, estuve una semana caminando durante horas y horas por las mismas calles del barrio chino de San Francisco, California, tomando notas, observando lo que pasaba, las actividades de las personas, los turistas, entrando a las tiendas… una especie de loop dentro del cual pensaba esta otra historia por la cual llegué a este lugar.

JGS: El video hace partícipe al espectador de un diálogo interno. Sus imágenes complejizan los cuestionamientos que se plantean en la narración. Es interesante cómo también la pieza combina diversos registros y géneros de escritura: desde el cuento, la carta y la especulación histórica hasta la descripción de una escena personal con tu abuela. ¿De qué manera la búsqueda por registros de familiares consolidó esta manera de combinar imagen y texto?, ¿la imagen dictó algunos de los planteamientos escritos o, de modo inverso, la escritura hizo buscar una mirada o enfoque?

CPF: En mi familia, las historias de fantasmas siempre han estado rondando. Visitar a mi abuela y a la familia de mi madre significaba que, en algún momento, mientras se tomaba el café, alguien sacaría el tema de algún acontecimiento extraño o volverían a hablar de alguna historia que, por más que conocíamos, era siempre igual de asombrosa. Hubo siempre en mi familia un halo de misterio sobre el pasado: se hablaba y no, al mismo tiempo, de las mujeres, los varones, la llegada, la vida de la familia en China, el viaje a México, la vida desde entonces. Y este misterio y desvío de las memorias se volvió para mí el único modo de conocer cierta parte de nuestra autobiografía. A mí no me contaban cuentos infantiles, me platicaban historias extraordinarias sobre las casas de alrededor, sobre la noche, sobre piratas que llegaban en medio de la neblina de Ensenada, de las mujeres que se aparecían en La Rumorosa y de las voces llamando a la gente que vivía en las rancherías del norte. Este realismo fantasma ha estado presente en mucha de mi obra de años anteriores y en mi manera de contar historias. Es un doble realismo fantasma: el de mi familia y el de la frontera. Es una forma de escuchar y de narrar, la cual aprendí sabiendo que lo que vemos probablemente tiene una segunda o tercera lectura. Ver ese más allá de las cosas.

Ya después de mi infancia, entendí que estas historias sustituían otras de las cuales no se podía hablar. Durante mucho tiempo se mantuvo un silencio o voz baja familiar sobre el origen chino. La carta que aparece en el video es finalmente una historia de trauma que marcó a varias generaciones de mujeres en mi linaje materno. Y es, por otro lado, una historia que aparece replicada en otras familias de migrantes chinos que vivieron experiencias similares. En este sentido, estamos hablando de cómo una serie de eventos racistas y nacionalistas terminan cambiando destinos y, asimismo, configurando silencios, personalidades… la vida.

JGS: En términos narrativos y de investigación artística, ¿qué implicaciones has encontrado en las potencias de la ficción durante tu práctica?, ¿cómo se hicieron presentes al acceder a tu historia familiar?

CPF: Tanto los acervos de archivos históricos como los familiares tienen vacíos. En este proyecto, como en otros que hice anteriormente, me viene la pregunta: ¿qué se puede hacer con el archivo desde las imágenes que me habitan o yo habito? En este caso, el proceso fue entrelazar ambos elementos narrativos para ir develando las ausencias, lo silenciado. Y hacer esto me ha hecho ver, de nuevo, a China en mi ciudad, Tecate, y en toda la frontera y en el país entero, en toda América, realmente. Es quizás en estos intersticios donde sucede una re-creación que toma elementos de varios lugares; sí, archivos, pero también memorias no archivadas —por así decirlo— e incluso imaginaciones para poder develar esta historia y mutarla. No me interesan los procesos en el campo de lo artístico, en donde mostrar el archivo por el archivo es el resultado. Eso siento que carece de lenguaje.

La ficción es parte de todo, principalmente en el plano de lo autobiográfico. Sin la ficción, a veces creo que no podría comprender mi vida, a mi familia y a todas estas ciudades que me cruzan. En este caso era muy claro que se trata de una contrarrespuesta, una réplica tardada, en la que no sólo se ocultó este periodo de la historia mexicana, sino también a sus personajes. En el caso de mi historia familiar, las mujeres que se quedaron solas decidieron modificar el apellido asiático por otro occidental para evitar acosos. Por ese motivo utilizo el Fong en mi nombre como una recuperación y reivindicación de lo que mi legado materno debió ocultar. La ficción permite una reapropiación de la historia, pero es una reapropiación que nunca termina: me aparecen en el día y hasta en los sueños más imágenes. Y de esa reapropiación interminable, creo, surgen mis piezas.