Danzando entre el materialismo chamánico y la estética del trance. Una conversación entre el Colectivo Los Ingrávidos y Alejandra Moreno 


Alejandra Moreno (AM): El uso del archivo ha permitido reescribir, reconfigurar, repensar y rehacer la historia o las historias; sin embargo, al digitalizarlo, también se genera tensión en torno a la autenticidad. Entonces el archivo se vuelve muchas cosas: memoria, relectura, rescate y hasta exceso. Al encontrarnos con las diferentes piezas audiovisuales que han desarrollado como colectivo, vemos que el uso de material de archivo toma un papel protagonista. Su manifiesto plantea que una de las misiones de su práctica es subvertir la inmediatez neutralizada. ¿El uso del archivo en su obra se vuelve un aliado para ese objetivo? ¿Cómo entienden al archivo en su práctica? 

 

Colectivo Los Ingrávidos (CLI): Consideramos al archivo como una forma de irrumpir, un inicio a subvertir según una indeterminación estratégica; es decir, entendemos el archivo como lo ancestral en la medida en que nos provee de un inicio absoluto donde nos encontremos. El archivo así concebido es lo inmediato indeterminado, siendo la inmediatez la forma de la irrupción, mientras que la indeterminación es nuestra materia de improvisación, nuestro modo de acumular y transponer lo aleatorio, lo contingente, lo vulnerable.


AM: El nido del Sol, y todas las piezas que conforman la serie Tonalli, me lleva a pensar sobre lo que Silvia Rivera Cusicanqui llamaría una descolonización de la mirada en tanto que observamos un regreso a los saberes ancestrales, particularmente a los saberes mesoamericanos. En esta pieza, se puede observar que no se conciben desde la melancolía o la idealización, como si esa historia hubiera muerto y sólo quedara narrarla. Al contrario, estamos frente a una apuesta por la construcción de una narrativa que apunta a la reescritura, desde la danza que sostiene la imagen visual y la imagen auditiva (recurso del que se valen ustedes en su trabajo). En ese sentido, pienso que lo anterior posibilita regresar agencia a esos saberes. ¿Por qué dar cuenta de esos saberes en este momento histórico? 

 

CLI: Nos parece que los saberes ancestrales no son retrogradables desde lo histórico sino retroactivos desde el presente, suspensivos para el futuro, aniquiladores de todo porvenir instrumentalizado. Son centralizadores rítmicos que proveen la danza, el trance y el ritual. Saberes que no son analizables ni deconstruibles y, por ello, son ancestrales, iniciales e iniciáticos. 

 

AM: Me gustaría que pudiéramos conversar más sobre la potencia de lo que su colectivo denomina la estética del trance y de estas yuxtaposiciones de la imagen que rompen el tiempo lineal, pero también que reconocen que todos nos encontramos conectados para llevarnos a un terreno más cercano al ritual que a la estética habitual. Al mirar y escuchar su trabajo, pienso en la definición poética de la feminista María Galindo, alianzas insólitas, la cual nos recuerda la interconexión vital que tenemos entre todxs, la defensa del no fragmentar y de imaginar combinaciones, que se opone diametralmente al proyecto de la Ilustración en donde los saberes se dividieron por disciplinas. ¿Consideran que esta forma de construir otras narrativas supone a su vez una afrenta a esta estrategia de la Ilustración?

 

CLI: Consideramos que la Ilustración es uno de los proyectos fallidos de secularización dogmática más corrosivos en la historia. A diferencia de los saberes ancestrales, la Ilustración es retrogradable hasta el punto en que deviene materia intermitente, fragmentada y discontinua. Es sobre la materia en descomposición de dichos saberes ilustrados sobre los que opera el trance, trenzando la parte fragmentaria e intermitente con la parte continua e invariante de las imágenes y los sonidos, suscitando así una potencia rítmica que precipita el ritual, las alianzas, la liturgia y la danza. 

    

AM: En sus trabajos han abordado el tema del trauma y de la ausencia. Sabemos que en 2014 la desaparición de los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa fue uno de los momentos coyunturales para su producción. En este sentido, ¿qué piensan sobre el uso de estrategias poéticas para la construcción de nuevos lenguajes visuales que permitan pensar en procesos de sanación, reparación o retomar fuerza tomando en cuenta un contexto social como el que vivimos? ¿Podrían ser las prácticas artísticas parte del antídoto para todo el proceso traumático que estamos enfrentando? 

 

CLI: Así como reivindicamos una estética del trance también convocamos e invocamos una lógica sublativa que opera anónimamente en las estrategias poéticas y las prácticas artísticas. Consideramos que todo proceso traumático exige sublevación, pero toda sublevación es inviable sin una alianza insólita, aquélla que yuxtapone y vincula, en el medio de lo sórdido, las abluciones, las oblaciones y las sublaciones. Toda sanación y reparación requiere la construcción de sepulturas ascensionales como medios para tomar fuerza, ablaciones sustractivas y supersticiones atávicas como nuevos lenguajes audiovisuales. Sublaciones litúrgicas como afrentas ancestrales. Sugestiones infrailustradas que contrarresten tanto a la insufrible y arrogante neutralidad de lo forense como al lujoso vasallaje de las arquitectónicas corporativas.