Una cosa sucia, promiscua y maravillosa. Una conversación entre Julieta Aranda y Cuauhtémoc Medina

Cuauhtémoc Medina (CM):
Empecemos por el hecho de que Rescatando mi propio cadáver (un conjunto alterno de peldaños para el ascenso a la oscuridad) es una trilogía. En 2014, cuando la Bienal de Berlín te invitó a hacer la primera parte, ¿pensaste en proponer una serie para este especial cruce de preguntas sobre la subjetividad del presente o se hicieron necesarios más capítulos?

Julieta Aranda (JA): Originalmente escribí la primera y la segunda parte juntas, pero por lo ambicioso del proyecto me faltaba pietaje; empezaba a ser demasiado difícil manejar todo el contenido que quería poner en un solo video. Por el momento son tres y no sé si ya terminé. La primera parte tiene que ver con el espacio exterior; la segunda, con el espacio uno a uno, con las ciudades, el lenguaje y el lugar que ocupamos directamente a escala humana. La tercera es sobre lo que yo llamo “el espacio interior”, que va desde la religión, la metafísica, la ciencia y “los invisibles” en general. Esa parte es la que creo que no he terminado todavía.

CM: ¿La de la “infraestructura”?

JA: Sí, bueno, me gusta mucho lo de “la política sin oxígeno”, sobre todo por los acontecimientos de los últimos dos años. Es como si la parte cuatro se estuviera escribiendo sola.

CM: En toda la serie haces algo que gravita, sin localizarse, entre la profecía, el ensayo y la poesía: una poesía de los datos y los materiales, donde la subjetividad también es una ecología y un sistema económico. Es una instalación en video, diría yo.

JA: Tú sabes que mi formación original fue como cineasta y me retiré del cine cuando tuve problemas fundamentales con la estructura del campo. No me interesaba tener personajes ni los procesos de identificación, y no hallaba cómo trabajar. Así terminé de artista. Esta serie de videos me reconcilió con el lenguaje de la imagen en movimiento.

CM: La razón por la que hago una analogía con la instalación es porque no tienes un relato, sino que creas un espacio al que entran y salen una serie de temas, argumentos y aforismos.

JA: Como te decía, mi gran problema con el cine eran las estructuras narrativas y la identificación con personajes. No me parece que la pieza sea dependiente de la cronología.

CM: Sin echar a perder su visualización, me parece que esta “política sin oxígeno” traza una pregunta sobre la muerte en relación con nuestra velocidad económica y social. La temporalidad de la descomposición de los seres vivos en hidrocarburos es el momento en que el ciclo biológico no corresponde al nacimiento y la muerte, sino al procesamiento del desecho en una especie de perspectiva, no exactamente cosmológica, pero sí metabiológica.

JA: Hay un concepto que no está directamente aludido dentro de la pieza, pero que me interpela muchísimo. Es la idea de la “doble muerte”. La muerte y los procesos de descomposición tienen un potencial generativo: se pudre algo y eso se convierte en un fermento de donde sale otra vida, una composta. Cuando vas a un bosque, te encuentras con uno de esos árboles que están medio podridos y debajo de las hojas ves que hay hongos, helechos y ramas creciendo, contemplas que la muerte le da un regalo a la vida. Es una muerte que no sólo genera muerte, como estos pájaros que tienen el estómago lleno de bolsas de plástico y encendedores.

CM: El fragmento aquí es aforístico, pues hay una insistencia en producir islas de sentido que van apareciendo. La gran metáfora de ese vacío productivo y energizado es el acelerador de partículas del CERN, la Organización Europea de Investigación Nuclear, en Ginebra.

JA: Tiene que ver tanto con el vacío que van dejando los procesos extractivos, física y materialmente hablando, como con los vacíos más metafísicos, en especial durante el proceso de la autoextracción. También quise plantearme los límites de la representación y en qué momento las imágenes se autocancelan, dejan de funcionar y llegamos a ciertas convenciones de qué es lo representable y lo irrepresentable. Un vacío o una invisibilidad.

CM: A lo largo de la trilogía, se sugiere una serie de experiencias personales. En el capítulo dos apareces experimentando la ausencia de fuerza de gravedad. En el tercero, estás en el CERN, el lugar de nuestra obsesión por regresar al minuto de la creación y entender lo que no es entendible. Estos capítulos son una especie de bitácora de experiencias trascendentales.

JA: Sí, definitivamente. Nunca he hablado de esto directamente, pero lo he escrito. El origen de esta serie de videos es que me invitaron a participar en un proyecto en el que mandaron a tres artistas a hacer vuelos de gravedad cero. Me la pasé bomba: puedes ver cómo estoy muriéndome de risa cuando estoy dando vueltas sin gravedad. Sin embargo, había una cortés expectativa de que en algún momento saldría un proyecto de eso y me hablaban de vez en cuando para decirme: “¿ya hiciste algo?, ¿qué vas a hacer?”. El siguiente momento ocurrió cuando estaba viendo un número de una revista bastante cutre, llamada Sports Illustrated, donde tenían a la modelo Kate Upton haciendo de Barbarella: estaba flotando en gravedad cero mientras vestía un bikini plateado. Entonces me cayó el veinte de que estábamos cumpliendo una función bastante similar: generar una serie de aspiraciones. Eran procesos de gentrificación. Obviamente la versión europea era un poco más intelectual: mandar a tres artistas a flotar. La versión estadounidense incluía a una rubia con atributos memorables, pero la función era la misma, rascar el deseo de: “¿dónde vamos a poner el siguiente Starbucks?”. Una vez que entendí cuál era la función que me estaban pidiendo desempeñar fue que pude idear esta serie de piezas.

Empecé a escribir, anotar y pensar sobre cómo unir todo esto. Me pasé un año tratando de hacer un guion. Filmarlo fue muy gracioso porque grabé a unos actores en torno a una mesa, en una conversación con gente que no se puede ir, como El ángel exterminador de Buñuel. Eran seis personas cenando, seis voces discutiendo todo este asunto. Lo filmé de una manera muy clásica. Aunque sabía que no iba a usar ese material, traté de dar sentido a todas la contradicciones con las que me fui encontrando en ese año de investigación. Verdades y contradicciones que tienes que mantener en tensión y que sólo se hacen productivas en tensión.

CM: En la instalación que acompaña esta tercera parte, una de las frases en la pared más notables es: “No one has ever died from contradictions” (Nadie se ha muerto de contradicciones). Es uno de los leitmotivs del trabajo: no caer en subterfugio de la homogeneidad, de la pureza, de la identificación de ecología con jabón verde.

JA: No caer en el green wash o en la solución propuesta por Silicon Valley de que el futuro es una cosa singular, sin pensar que el futuro son muchos y que hay personas que aunque puedas verlas caminando en la calle, en realidad están extintas. Hay presentes que no tienen continuación lamentablemente.

CM: En cada capítulo hay una observación de animales muy violenta: en la primera, muestras una operación de un ratón a corazón abierto; en la segunda tienes una escena (que hubiera hecho feliz a Roger Caillois) de una mantis religiosa devorando una lagartija. En la tercera presentas una imagen que es difícil de olvidar: un caracol de tierra que parece invadido por alguna clase de parásito. ¿Podrías hablar de esta especie de animismo con carne, huesos y sangre?

JA: Curiosamente estás aludiendo a los personajes principales de cada uno de los videos. Si hay algún punto en el que me interesa crear un momento de identificación es a través de los animales. En el tercer video quería aludir a la porosidad de la vida, a los procesos de simbiosis: la manera en que estamos mezclados con otros seres vivos y en que hay un cierto porcentaje de nuestra constitución que es específicamente bacterial y viral. La vida no es nada limpia, es una cosa sucia, promiscua y maravillosa. Cuando aparece el caracol en el video, pregunto si cuando hablamos de la vida nos referimos a la vida humana o a la vida en general, pues la vida es mucho más compleja. Como matrioshkas rusas, tenemos algo adentro que tiene algo adentro… ¿Qué tiene ese caracol? Está enfermito y está haciendo algo totalmente contra natura: va al sol para que un pájaro se lo coma y que el parásito que trae se reproduzca en el pájaro que caga y otro caracol se lo trague. Es un proceso de reproducción un poco brutal.

CM: Y el caracol es una de las imágenes del misterio de la interioridad: un ser que está dentro de sí mismo.