Teresa Margolles - MUAC
En los últimos años, las nuevas comunidades, que fueron creando vínculos laborales y económicos, tejiendo lazos afectivos y sociales, se han visto directamente afectadas por la crisis económica, el impacto del narcotráfico y la creciente y asoladora ola de violencia que estos fenómenos generan. A raíz de esta problemática, en muchos casos, es necesario tomar el camino de regreso. El movimiento forzado de las personas y su errancia son el testimonio de una promesa inconclusa. Desde 2007, alrededor de 160 mil mexicanos han tenido que abandonar su vivienda (asumida como el espacio que asegura las condiciones mínimas de bienestar y protección) para huir de la violencia.
Teresa Margolles - MUAC
En los últimos años, las nuevas comunidades, que fueron creando vínculos laborales y económicos, tejiendo lazos afectivos y sociales, se han visto directamente afectadas por la crisis económica, el impacto del narcotráfico y la creciente y asoladora ola de violencia que estos fenómenos generan. A raíz de esta problemática, en muchos casos, es necesario tomar el camino de regreso. El movimiento forzado de las personas y su errancia son el testimonio de una promesa inconclusa. Desde 2007, alrededor de 160 mil mexicanos han tenido que abandonar su vivienda (asumida como el espacio que asegura las condiciones mínimas de bienestar y protección).
Teresa Margolles - MUAC
Miles de casas abandonadas, deshabitadas y vandalizadas (115 mil, la mayor parte en las colonias y fraccionamientos periféricos) dibujan el paisaje de una ciudad que declara la derrota de un proyecto de país. La promesa parte de este horizonte de promesas incumplidas. En su primera fase, la obra consistió en trabajar con una de las casas de interés social abandonadas de Ciudad Juárez, localizada en la calle Puerto de Palos en el suroriente de la ciudad, una zona de urbanizaciones con cientos de viviendas, que al igual que ésta, se encuentran deshabitadas, emplazadas en pleno desierto y rodeadas de maquiladoras. 
 La promesa parte de este horizonte de promesas incumplidas. En su primera fase, la obra consistió en trabajar con una de las casas de interés social abandonadas de Ciudad Juárez, localizada en la calle Puerto de Palos en el suroriente de la ciudad, una zona de urbanizaciones con cientos de viviendas, que al igual que ésta, se encuentran deshabitadas.
Teresa Margolles - MUAC
Miles de casas abandonadas, deshabitadas y vandalizadas (115 mil, la mayor parte en las colonias y fraccionamientos periféricos) dibujan el paisaje de una ciudad que declara la derrota de un proyecto de país. La promesa parte de este horizonte de promesas incumplidas. En su primera fase, la obra consistió en trabajar con una de las casas de interés social abandonadas de Ciudad Juárez, localizada en la calle Puerto de Palos en el suroriente de la ciudad, una zona de urbanizaciones con cientos de viviendas, que al igual que ésta, se encuentran deshabitadas, emplazadas en pleno desierto y rodeadas de maquiladoras. 
 La promesa parte de este horizonte de promesas incumplidas. En su primera fase, la obra consistió en trabajar con una de las casas de interés social abandonadas de Ciudad Juárez, localizada en la calle Puerto de Palos en el suroriente de la ciudad, una zona de urbanizaciones con cientos de viviendas, que al igual que ésta, se encuentran deshabitadas.
Teresa Margolles - MUAC
Durante 11 días, se deconstruyó, pared a pared, toda la casa. Los fragmentos obtenidos se trasladaron por vía terrestre de Ciudad Juárez hasta la ciudad de México, cruzando el país en sentido contrario a los flujos migratorios. A su llegada se procedió a descomponer cada elemento hasta obtener el material que constituye la instalación. El proceso se realizó con extremo cuidado y delicadeza en contraposición a la destrucción y abandono sistemático a la que la ciudad ha sido sometida. Posteriormente, la instalación fue activada en el Museo Universitario Arte Contemporáneo por un grupo de personas que colaboran voluntariamente desplazando los restos para ocupar poco a poco la superficie de la sala (792 m2, aproximadamente). La acción se realizó durante una hora cada día a lo largo de seis meses. Un archivo del proyecto conformado por videos, textos y artículos acerca de las problemáticas evocadas en el proyecto, así como ejemplares de los periódicos de Juárez: El Norte, El Diario, El Mexicano y PM (de febrero a junio de 2012), fue presentado en el Centro de Documentación Arkheia. Muros demolidos de una casa de Ciudad Juárez Medidas variables. 42 toneladas de cascajo
Teresa Margolles - MUAC
Durante 11 días, se deconstruyó, pared a pared, toda la casa. Los fragmentos obtenidos se trasladaron por vía terrestre de Ciudad Juárez hasta la ciudad de México, cruzando el país en sentido contrario a los flujos migratorios. A su llegada se procedió a descomponer cada elemento hasta obtener el material que constituye la instalación. El proceso se realizó con extremo cuidado y delicadeza en contraposición a la destrucción y abandono sistemático a la que la ciudad ha sido sometida. Posteriormente, la instalación fue activada en el Museo Universitario Arte Contemporáneo por un grupo de personas que colaboran voluntariamente desplazando los restos para ocupar poco a poco la superficie de la sala (792 m2, aproximadamente). La acción se realizó durante una hora cada día a lo largo de seis meses. Un archivo del proyecto conformado por videos, textos y artículos acerca de las problemáticas evocadas en el proyecto, así como ejemplares de los periódicos de Juárez: El Norte, El Diario, El Mexicano y PM (de febrero a junio de 2012), fue presentado en el Centro de Documentación Arkheia. Muros demolidos de una casa de Ciudad Juárez Medidas variables. 42 toneladas de cascajo