Las dimensiones modestas de la obra condensan los descubrimientos básicos de su pintura de más de un cuarto de siglo: la alusión a un espacio constreñido y sumido en la oscuridad del fondo, de grandes masas de geometría cercando los primeros planos, cuyas formas aluden a la rotundidad del cuerpo y atraviesan superficies con grietas que evocan, a la vez, antigüedad y violencia.

Las profundas iridiscencias verdes y rojas de las masas y los muros —colores que son fantasmas de junglas y sangre— se volverán una de las paletas más recurrentes del pintor, cuyos acordes se afinaron en varias series de acrílicos con lápiz sobre papel en 1967 —Paisaje, Huracán, Paisaje en azul y Sin título (paisaje verde)— que culminan en las distintas versiones de uno de sus mejores cuadros de los setenta: La mujer de la jungla (1977). Es irónico que Gerzso escogiera un término que alude a una obra preparatoria: este cuadro, en retrospectiva, se antoja como resumen de una de las producciones más altas de la pintura de la segunda mitad del siglo XX.


GUNTHER GERZSO (1915–2000)
Boceto, 1965
Óleo sobre aglomerado de madera
Adquisición, 2018