Cuauhtémoc
Javier de la Garza
En sus pinturas sobre la mitología nacional indígena de mediados de la década de los ochenta, Javier de la Garza pone en crisis los arquetipos de Nación producidos por el Estado mexicano al subvertir los códigos de raza y sexo de la mitología patria. Por un lado, esta efigie del último soberano azteca enfatiza el modo en que la mitificación de la imagen del héroe nacional —representado por artistas como Jesús Contreras, Saturnino Herrán y Jorge Enciso— creó una idealización del pasado prehispánico mediante la exhibición de cuerpos indígenas, en gran medida andróginos y sexualizados.
A esa crítica sobre el erotismo subliminal de las imágenes patrióticas mexicanas, Javier de la Garza agrega elementos kitsch, derivados de la iconografía azteca comercial presente en los almanaques de Jesús Helguera de los años cuarenta, las monografías escolares y las escenas míticas enaltecidas por el cine de oro mexicano. La estética camp de esta escena se refuerza con el marco de terciopelo y las flores de plástico y encaje. En la parte posterior del lienzo, el autor anota una cita de la canción “Amor gitano" de José Feliciano: “Toma este puñal, hábreme [sic] las venas, déjame sangrar”, como una escena melodramática de despecho.
Cuauhtémoc es presentado a escala casi real, con ironía, como un héroe acicalado, musculoso y feminizado, con cejas y labios delineados. Está ataviado con un diminuto taparrabos teñido con los colores de la bandera mexicana. En sí mismo, ese atuendo es una blasfemia, pues cubre a la vez que remarca los genitales del héroe, haciéndolos parecer a punto de una erección, como signo de pulsión narcisista.
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JAVIER DE LA GARZA (1954)
Cuauhtémoc (Captura de Cuauhtémoc. “Toma tu puñal, hábreme [sic.] las venas, déjame desangrar, etc. etc.”), 1986
Acrílico y óleo sobre tela, terciopelo y flores de papel
Adquisición con fondos del Presupuesto de Egresos de la Federación, 2014