Los Mensajes se asocian a las búsquedas espirituales que Goeritz emprendió desde principios de los años cincuenta, y para la siguiente década se volvieron abiertamente religiosos, a través de manifiestos, textos y declaraciones en las que hablaba de Dios como un valor “estable” para enfrentar la crisis humanitaria y la confusión en los años de la posguerra. Su carácter lumínico fue acentuado en exposiciones con montajes muy oscuros, iluminados únicamente con velas, como la de la Galería Antonio Souza en 1960.

En contraposición al nuevo realismo y la abstracción, a los que explícitamente se refirió de manera negativa, Goeritz buscó desarrollar un arte trascendental y metafísico, asumiendo en la práctica artística una función espiritual. En sus vínculos con el arte europeo, estas obras dialogan con los monocromos de Yves Klein o Heinz Mack, que en su época eran casi desconocidos en México. Esta serie forma parte del fenómeno internacional de actualización del arte religioso que tuvo lugar en los años cincuenta y sesenta. En la vertiente mexicana de esta renovación de la estética litúrgica, Goeritz fue un agente central pues además de los Mensajes diseñó vitrales para iglesias y realizó crucifijos y esculturas de mediano formato para decorar espacios tanto rituales como privados.


MATHIAS GOERITZ (1915–1990)
Oro, ca. 1960
Hoja de oro sobre madera
Adquisición, 2005