La iconografía de la corona de espinas, que apunta a la humillación y herida de la pasión católica a la que se someten también los cuerpos femeninos, compagina con el objeto que enmarca la imagen pictórica para intensificar la correlación icónica entre el marco y la objetualidad puntiaguda, al tiempo que asume el autorretrato como un escenario más de violencia heteronormativa y patriarcal.


MÓNICA CASTILLO (1961)
Tríptico, 1990
Óleo sobre tela con marco de hojalata
Donación de Rocío Mireles, 2020