Olivier Debroise señala en la obra de Guzmán la presencia de “metáforas verbales visualizadas”, mientras que Teresa del Conde alude a un acceso constante a “su propio laberinto”. Vértigo es una obra que, en la última fase de su producción, contrapone su estilo anterior para confrontarnos con arquitecturas imposibles e íntimas. Carlos Blas Galindo describe este momento de su producción como “una serie de estructuras tectónicas en las que, entre otros asuntos, alude a las modificaciones perceptuales de lo espacial y de lo temporal mediante el uso de drogas”. Ésos elementos confieren a la obra un cierto sentido de drama existencial: este interés en la vida errática y sus comportamientos explosivos ligan a Guzmán con preocupaciones generacionales inscritas en la literatura de la Onda, textos que hablan de rock, ruptura generacional y uso de sustancias, como los de Parménides García Saldaña y José Agustín.


ENRIQUE GUZMÁN (1952- 1986)
Vértigo, 1975
Óleo sobre tela
Adquisición, 2007