Rumbo a la soberanía alimentaria.
Una conversación entre Marwa Arsanios y María Estela Barco

Esta conversación se llevó a cabo el 15 de abril, 2023 por videollamada. Este texto es un extracto que fue editado para facilitar su lectura. El video completo en español puede verse en: https://youtu.be/s3kCg12aST0


Marwa Arsanios (MA):
¿Puedes empezar a describir un poco el trabajo de DESMI (Desarrollo Económico y Social de los Mexicanos Indígenas)? Y también sobre el trabajo, más específicamente, con las semillas.

María Estela Barco (MEB): DESMI tiene su sede en el estado de Chiapas, al sur de México. Nuestro trabajo actual se enfoca en lo que llamamos soberanía alimentaria, es decir, en la recuperación y fortalecimiento de los sistemas alimentarios de las comunidades indígenas y campesinas. Como “sistemas alimentarios” entendemos las formas ancestrales de la agricultura en las comunidades, como el sistema milpa que tiene muchos más productos que sólo el maíz, el frijol o la calabaza. Cuando se trabaja de manera agroecológica se recuperan verduras nativas que también son alimentos para las familias. También retomamos el cafetal como sistema alimentario, que es el cultivo de café orgánico de manera agroecológica y bajo sombra. Son pequeños ecosistemas que, al conservarse bajo sombra, permiten el crecimiento de árboles frutales y alimentos propios de ese ecosistema que las comunidades conservan. Son plantas medicinales también y, al mismo tiempo, son hábitat de animales.

El otro sistema alimentario que impulsamos es el cultivo de huertos. Esto principalmente lo realizan las mujeres y lo fomentamos a nivel colectivo y a nivel familiar para que las familias puedan complementar la alimentación con otros vegetales, además de la milpa y el café. También está la ecotecnia que es la producción bajo invernadero, donde se cultiva jitomate orgánico, que también sirve para complementar la economía de las familias. Todo es para consumo propio, pero lo que queda lo venden para complementar su economía. Otro sistema es el de los animales de traspatio, principalmente pollos, pavos, patos y cerdos, que proveen de dinero a las familias, pero también de proteína; para nosotros también éste es otro sistema de alimentación.

Dentro de este trabajo incluimos la defensa de las semillas: defensa, protección y multiplicación de las semillas frente a las amenazas de las grandes empresas semilleras y de las nuevas leyes que, aunque todavía no se implementan, ya están escritas. Nos enfocamos principalmente en conservar las semillas de maíces, frijoles, chiles y las verduras. Vamos poco a poco en ese trabajo de resguardo, de multiplicación y de socialización entre las comunidades. Tenemos una pequeña red que le llamamos Red de Guardianas y Guardianes de Semillas que opera a nivel local para hacer todo este trabajo, esta conciencia con las familias, y que también la gente tenga la fuerza política de esta defensa. Estamos vinculados desde hace unos cinco años con la Red Mayense de Guardianas y Guardianes de Semillas, que son organizaciones que están en Campeche, en Yucatán y en Quintana Roo, y con nosotros aquí en Chiapas. En cuanto a la defensa de las semillas, también en esos espacios nos fortalecemos, vamos aprendiendo unos de otros y fomentamos mucho el intercambio de las semillas entre los pueblos.

MA: Tengo una pregunta sobre la problemática de la tierra y de la propiedad. ¿Existe un movimiento que esté pensando en la propiedad colectiva de la tierra? Y más allá de eso, ¿en la posibilidad de una tierra que no es apropiada legalmente, que se usa para la agricultura, pero cuya relación es de uso y no de apropiación?

MEB: Bueno, en estos momentos no. Los únicos que trabajan y que tienen tierra recuperada son los compañeros zapatistas, porque fue parte de su lucha de 1994. Hay una parte de la tierra que ellos trabajan en colectivo y es de la organización, de las comunidades, pero también reparten tierra a cada persona para su trabajo familiar. Son los únicos que están así. Las otras comunidades son tierras ejidales. Es una propiedad social que ya ha venido en detrimento con todas las leyes que se hicieron desde 1992. Hay una comunidad donde estamos trabajando que tiene tierras comunales. Ellos realizan trabajo colectivo, pero también cada familia tiene una pequeña porción de tierra. Estas tierras comunales están cerca de San Cristóbal, y la propiedad de la tierra es mínima; las familias no llegan a tener ni una hectárea. Éstas son diferentes formas de tenencia de la tierra, pero actualmente no hay una propuesta de socializar las tierras.

MA: Estoy pensando también en la cuestión de las semillas como una no-propiedad, como una pequeña cosa que es tan esencial por la vida o la subsistencia de la vida que contiene y cómo el trabajo que hace DESMI puede apuntar hacia la no-propiedad de las semillas a través de la circulación y el intercambio, y cómo podemos pensar y platicar esta no-propiedad. ¿Existen prácticas específicas que operan esta no propiedad? También, estoy pensando en la no acumulación de semillas. Si las semillas van caminando y circulando para ser plantadas no se trata de una práctica de acumulación. ¿Tienes alguna reflexión sobre la gestión de la propiedad en relación a la semilla?

MEB: La práctica de las comunidades en torno a las semillas empieza en la parcela: la gente va escogiendo las mejores. Hay una práctica milenaria que en cada cosecha las familias guardan la semilla que van a necesitar, pero también hay una práctica de intercambio. Si un compañero o compañera no tiene semillas, se intercambian; en ese sentido, hay una socialización. Esto se está haciendo en la red de defensa del maíz y en la red mayense. También, se están haciendo prácticas de conservar semillas de plantas medicinales para ver cuánto tiempo duran sin echarse a perder, sin picarse. Otra cosa que estamos haciendo es que en las parcelas se dedica un espacio vivo para poder reproducir esas semillas, para que cuando haya desastres naturales y que por alguna razón se pierda la siembra, la gente pueda proveer de semillas.

MA: Me gusta tanto esta idea de las semillas como una cosa social. Pienso que es una manera de crear una relación con ellas, pero no como un objeto. Las semillas no son un objeto, son una cosa que tiene vida, tiene su historia, su trayecto y su camino.

MEB: Son semillas vivas, porque nosotros decimos, por ejemplo, que un granito de maíz tiene dentro todo lo que necesita para crecer. Entonces, son semillas vivas.

MA: Sí, son semillas vivas y tienen su propia vida y su propia historia. Pienso que es una idea muy bonita que tienen su propia vida y, al mismo tiempo, son prácticas ancestrales que tienen su historia y son pasadas de una generación a otra. ¿Piensas que es necesario el trabajo desde DESMI de preservar y transmitir estas prácticas?

MEB: Sí, nosotros, en los espacios en los que participamos, tratamos de fomentar esta conciencia sobre las semillas, ante la amenaza de las leyes y de la invasión de las semillas transgénicas. Lo queremos hacer, sobre todo con los jóvenes, para que se retome este amor a la tierra y también para detener la migración y que la gente pueda tener alternativas de vida aquí en sus comunidades. En los últimos años, la migración de gente joven ha aumentado mucho, en todos los espacios hay mucha preocupación por esto.

MA: Y la relación con las comunidades de mujeres, ¿hay una política específica para empoderar a las mujeres campesinas?

MEB: Sí, además de que ellas trabajan los huertos, también se involucran en la siembra de maíz, en el trabajo de animales de traspatio. De la pandemia para acá ha crecido el deseo de las plantas medicinales, entonces, es algo que estamos fomentando. Hay comunidades que tienen a mujeres que sanan con plantas medicinales. También, estamos fomentando el cultivo de plantas medicinales para elaborar pomadas o microdosis, principalmente con las mujeres. Con ellas queremos reflexionar sobre los derechos de las mujeres, su derecho a participar y, para eso, también nos sirve mucho retomar la Ley Revolucionaria de Mujeres Zapatistas. Vamos reflexionando sobre sus derechos con ellas: el derecho a organizarse, el derecho a tomar decisiones. Como decimos nosotros o nosotras: “la piedrita siempre son los hombres”, pero también con ellos tenemos planeado realizar talleres de masculinidad.

MA: Hay una particular violencia contra las mujeres, ¿podemos pensar que algo que puede ayudar a reducir la violencia es la economía? ¿Mujeres económicamente independientes, pero interdependientes con otras mujeres? ¿Existen economías alternativas o grupos de mujeres que se organicen con el trabajo de la tierra y las semillas en ese sentido?

MEB: Independientes, todavía no. Pero sí, las mujeres van trabajando colectivamente en los huertos, los traspatios, o en lo que nosotros llamamos transformación de alimentos. Por ejemplo, con las frutas pueden hacer mermeladas o con las plantas las microdosis, las pomadas, y eso les genera economía. Pero todavía son pequeños colectivos y no son grandes economías. También, varias mujeres de comunidades producen sus propios tejidos, sus huipiles, mantelitos o blusas, que venden y esto les va generando recursos. Pero todavía no hay un grupo independiente económicamente de mujeres porque, en el caso de las mujeres que son casadas y que tienen hijos, su preocupación es siempre la familia, no su beneficio personal. Estamos tratando de que también piensen en ellas, que se cuiden ellas, como un cuidado personal. Eso lo estamos tratando de fomentar, pero sí, todavía no hay un grupo económico independiente sólo de mujeres.