Sala10: Melanie Smith

Nota responsiva
Alejandra Labastida

Los efectos secundarios de ver este video quedan bajo su responsabilidad. Frecuentemente, el trabajo de Smith presenta una capa de ironía y humor negro que puede hacernos oscilar hacia la risa. Sin embargo, en esta pieza, los ritmos y las estrategias de seducción visual a las que nos tiene acostumbradxs incorporan un grado importante de violencia. Por un lado, el video puede ser una actualización extendida en el tiempo del test de Rorschach —la técnica de psicodiagnóstico basada en la interpretación de manchas de tinta— para leer la crisis actual del planeta. Por otro, y quizás más certeramente, opera como el método Ludovico, la terapia de condicionamiento que utiliza una mezcla de música, imágenes y psicotrópicos para inhibir la violencia, representada en la película Naranja mecánica. ¿Qué quiere exorcizar Smith con esta tensión entre narrativa e imagen?

No hay que dejarnos engañar. El caos que observamos ha sido diseñado milimétricamente. Como autorretrato pandémico, las condiciones de producción del video son tan elocuentes como su contenido. Las imágenes digitales fueron seleccionadas en un proceso largo, pausado y preciso. Una condición temporal única debido al confinamiento sanitario. Ninguna de estas imágenes llegó a Smith por azar. No se trata de una pesca pasiva cuyo origen es el bombardeo visual que caracteriza la experiencia de vida actual, sino de una cacería en el universo casi infinito de los bancos de imágenes.

Imágenes genéricas, estandarizadas y deslindadas de cualquier relación autoral disponibles para quien pueda pagarlas. Smith buscó entre ellas las que conservaban —contra todo pronóstico— un acento propio. En palabras de la artista: “fue como hacer una película al revés”.

A pesar de las condiciones sui géneris para producir esta obra, las preguntas que han acompañado la trayectoria de la artista están presentes. Siguiendo su larga relación con la producción de palimpsestos y mezcla de medios, Smith realizó una edición digital casi analógica: utilizó capas, crossfades y densidades donde el color, la transparencia o la velocidad de las tomas originales son manipuladas y en las que esconde otras imágenes debajo de la imagen principal. Un cuadro con secreto. Aparecen también los binomios que Smith conforma entre conceptos y colores, que lleva tiempo emparentando en sus puestas en escena: verde-naturaleza; azul-tecnología; rosa-cuerpo, y naranja-fuego con desastre ecológico. Su cuestionamiento sobre el viaje como método de producción de imágenes nace con la pieza Skype (2016), grabada a distancia. Sin embargo, en el contexto de la pandemia, toma un tono más asertivo ante otra posible economía de la imagen.

Smith trafica con la historia del arte. Por un lado, en este video, apela al arte pop y al op art. Por el otro, actualiza la eterna pregunta por lo sublime. ¿De qué hablamos cuando hablamos de lo sublime en nuestro tiempo? ¿Podría ser que se abrigue ahora en la negociación con la escala? En esta obra, la tensión entre escalas —de lo universal a lo microscópico— presente en el trabajo de Smith adquiere un ritmo vertiginoso para ofrecernos la textura de lo incomprensible que nos envuelve.

Smith oscila entre establecer una concatenación de la mente con el mundo y proponer su divorcio, en aquello que sostiene la sensación de coherencia visual. Le interesa rastrear lo real que sobrevive a la significación. De paso se pregunta: ¿qué nos puede decir sobre la abstracción la contradicción entre narrativa e imagen?

De vuelta al exorcismo. Imágenes de disturbios acompañan la voz en off que nos pide profundizar nuestra respiración: un hombre grita con desesperación mientras la misma voz nos exige encontrar nuestra quietud interior. Entre un desfile psicodélico de gráficas, imágenes y colores nos pregunta ¿quiénes somos en verdad? El aturdimiento, la ansiedad omnipresente y el eterno retorno de las obsesiones mentales de una especie que destruye su propio hábitat son los afectos que habitan Fifteen Minutes of Sublime Meditation. ¿Se tratará de una expiación para curar la parálisis de la culpa?

En último término, el video es una trampa que ilustra una trampa mayor: la extensión del biopoder a la biomoralidad. Tal ha sido el esplendor de la industria del mindfulness (meditación consciente, a falta de una mejor traducción) que se ha ganado el apodo de McMindfulness. El orden neoliberal ha convertido una tradición budista en la herramienta perfecta para tercerizar su responsabilidad sobre la salud mental y bienestar de sus trabajadores-consumidores.
 

Melanie Smith, Fifteen Minutes of Sublime Meditation [Quince minutos de meditación
sublime], 2020-2021
Video
15’ 04”

Melanie Smith (Poole, Reino Unido, 1965; vive y trabaja entre Londres y la Ciudad de México)
La producción de Smith se ha definido por cierta relectura de las categorías formales y estéticas de los movimientos de la vanguardia y la postvanguardia, problematizadas en el lugar y el horizonte de las heterotopías. Aunque Smith no se define como pintora y utiliza una gran variedad de medios, su trabajo está impregnado por una singular y persistente referencia a la pintura. Smith despliega una tensión continua entre farsa (en el sentido de absurdo, burla o parodia) y artificio (entendido como artificialidad y engaño y, en ultima instancia, como el “artificio de la razón”). Aplica estos conceptos a la sociedad contemporánea y lo que se ha denominado “modernidad barroca”. La propia artista ha definido su corpus como un “palimpsesto gigante”. Una gran muestra antológica de su trabajo itineró entre 2018 y 2020 por el MACBA de Barcelona, el MUAC en la Ciudad de México, el Museo Amparo en Puebla y el MARCO en Monterrey. En 2011, Smith representó a México en la 54ª Bienal de Venecia. Su obra forma parte de importantes colecciones institucionales en México y en el extranjero.