La asociación que despiertan es a la vez inocente e idílica. En palabras de Alberto Blanco: “no hay nada que comprender: basta ver con los ojos bien abiertos. O, si se quiere, lo que hay que comprender hay que abarcarlo con la mirada fresca de un niño”. Barco proviene del momento en que la obra de Castro Leñero tenía una especial vigencia para los públicos y mercados mexicanos, en términos de sugerir una liberación de toda imposición cultural y política.


MIGUEL CASTRO LEÑERO (1956)
Barco, 1997
Óleo sobre tela
Adquisición, 1999