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Acto de habla

¿Quién es analfabeta ahora? expone el violento rol que ha tenido la educación pública en la unificación racial y lingüística del Estado mexicano. Esta empresa transformó a una sociedad pluriétnica donde se superponían varias lenguas en uso en una nación aparentemente monolingüe, cruzada por una multitud de jerarquías lingüísticas. El programa educativo del Estado mexicano, camuflado en las ideologías indigenistas, buscó  la erradicación sistemática de los idiomas indígenas en el proyecto de transformar el mosaico de culturas que habitaban el territorio en una sociedad “mestiza”; es decir, en una población castellanizada y occidentalizada, falsamente descrita como el producto de una hibridación cultural y biológica. La herencia de este proyecto no sólo estriba en el peligro de extinción de la mayoría de las lenguas de las naciones originarias, sino en una ideología que ha establecido una equivalencia cultural entre “ignorante” y “quien no habla español”. Equivalencia envuelta en capas centenarias de violencia racista y eurocéntrica que siguen traduciéndose en una estructura de desigualdad jurídica, donde gran parte de la población no tiene acceso a los derechos básicos de ciudadanía por no ser hispanohablante o delatar, en su propio uso de la lengua colonial, la genealogía diferenciada.

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El proyecto que Andy Medina presenta para #MUACenlaCiudad tiene varios años de desarrollo, en la búsqueda de revertir la equivalencia ideológica entre cultura e hispanidad. Con la finalidad de subvertir el sentido de las políticas del idioma, Medina ha producido carteles en mixe de Tlahuitoltepec, zapoteco del Istmo de Tehuantepec y mixteco de Oaxaca de las frases “¿Quién es analfabeta ahora?” y “Tú no sabes”, que se desplegarán en distintos puntos de la urbe. Quien deambule por la Ciudad de México, la cabecera del poder nacional y de las políticas lingüísticas de la nación, leerá esas palabras en un idioma que le será mayormente ajeno, a menos que hable alguna de las lenguas indígenas. Con su pieza, Medina busca trasladar a las mayorías citadinas la experiencia de extrañamiento y confusión que viven miles de personas que hablan algún idioma no occidental al desplazarse a las grandes ciudades. El propósito del artista es invertir, al menos momentáneamente, el sentido de la hegemonía lingüística colonial: personas acostumbradas a considerarse como las interlocutoras legítimas se encuentran forzadas a realizar un acto de traducción para el que no tienen herramientas. En un segundo momento de acceso, la obra se convierte en un acto de habla cuando lxs espectadorxs leen el título que traduce la frase al español y, con suerte, se colocan en el lugar de analfabeta.

Como señala Judith Butler: “El lenguaje preserva el cuerpo […], más bien una cierta existencia social del cuerpo se hace posible gracias a su interpelación en términos de lenguaje”. 1 Es decir, el cuerpo social se vuelve accesible y aparece en el momento en que se le interpela. De allí la importancia de ese acto de enunciación como espacio donde se constituye y se toma posición una comunidad.
 

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En su pieza, Medina reconoce el lugar de resistencia que ha significado el lenguaje para muchas comunidades que protegen su cultura y forma de vida a partir de la práctica diaria de enunciarlas en sus lenguas originarias. Según el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), en México existen 68 lenguas indígenas, pero la mayoría están en una situación de vulnerabilidad: según datos oficiales, 31 están en “alto riesgo” de desaparecer y 37 están “amenazadas” de desaparición.2

Siguiendo las corrientes del giro lingüístico, encabezadas por Richard Rorty, el lenguaje no sólo opera como un medio de conocimiento de la realidad, sino como parte constituyente de ésta, como agente constructor de mundos.3

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El extrañamiento lingüístico que propone la pieza evidencia la anulación de ciertos sujetos en un sistema social que les niega la posibilidad de “ser” y “formar parte de” la comunidad.

Las palabras y frases no se conciben únicamente como una mera herramienta de comunicación, pues constituyen un engranaje epistemo-ontológico opresivo. En el contexto de los 500 años de la conquista y la imposición de la lengua española en México, es momento para repensar y salvaguardar el papel de las lenguas indígenas del país, de reconocer esta tarea como una responsabilidad compartida y no sólo de sus hablantes.

¿Quién es analfabeta ahora? pone de manifiesto el lenguaje como un arma de dos filos, que puede tanto someter y excluir a una comunidad, como ser su refugio. Haciendo eco a la pregunta de Judith Butler: “¿Y si el lenguaje tuviese en sí mismo la posibilidad de la violencia y destrucción de un mundo?”.4

Alejandra Labastida y Virginia Roy

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[1] Judith Butler, Lenguaje, poder e identidad, Madrid, Editorial Síntesis, 1997, p. 21

[2] https://www.gob.mx/cultura/articulos/lenguas-indigenas?idiom=es

[3] Richard Rorty, El giro lingüístico, Barcelona, Paidós, 1990.

[4] Ibid., p. 22