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Fuego transmutador que recorre el mundo. De incendios y protestas

“Si todo aquello que cambia lentamente se explica por la vida, lo que cambia velozmente se explica por el fuego. El fuego es lo ultravivo. El fuego es íntimo y universal”.

Gaston Bachelard, Psicoanálisis del fuego [1]

El impacto de la actividad humana, consecuencia de los ritmos del capitalismo, ha violentado el equilibrio del sistema planetario en escalas insostenibles. Un ejemplo son los incendios forestales ocurridos entre julio y octubre de 2019 en el bosque amazónico de la región de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, escenario de una de las catástrofes ambientales más graves de Latinoamérica en los últimos años. El hecho arrasó más de tres millones de hectáreas de bosque y dejó incalculables consecuencias medioambientales. Esta emergencia fue resultado del decreto del presidente Evo Morales en el que promovía el acondicionamiento de tierras para fines ganaderos y agroindustriales, privilegiando el “desarrollo económico” sobre las prácticas de sostenibilidad de comunidades aledañas.[2] Ese mismo año, en Chile estallaron movilizaciones sociales a causa de desigualdades sistémicas. Las tensiones por el acceso a la salud, la educación, el transporte público y el agua obligaron a la población a salir a las calles para manifestarse en contra del Estado. La brutal represión policial dejó alrededor de 440 víctimas con trauma ocular por el uso de balas de perdigones y de gas lacrimógeno.[3]

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La práctica de Patricia Domínguez se caracteriza por identificar aspectos de la violencia capitalista para intervenirlos y resignificarlos en imaginaciones de resistencia y sanación planetaria. El contacto directo de la artista con los casos en Bolivia y Chile propició el entendimiento del fuego como sustrato común y agente acelerador del cambio. Las llamas no son entendidas únicamente en su materialidad, sino también en su dimensión simbólica. Por un lado, el fuego provoca la destrucción y muerte del bosque, pero también existe otro tipo de fuego que anima el clamor de las protestas: lo que arde desarticula a su paso las estructuras de pensamiento que causan nuestra relación nociva con la naturaleza. 

Madre Drone conecta estos dos contextos a partir de un delirio onírico sci-fi. En el prólogo del video, dos entes atemporales, dotados de cuerpos orgánico-tecnologizados, tienen un encuentro de reconocimiento. Un hombre-robot es liberado por una mujer-serpiente de su cuerpo atrofiado, aprisionado por la dictadura de las conexiones neuronales del hemisferio derecho —quizá, convendría llamar hemisferia— que rigen sobre el izquierdo. 

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El rescate, que involucra el uso de plantas medicinales y la invocación de lo natural y lo femenino, propicia un diálogo entre las tecnologías ancestrales y modernas.[4] Este ritual irrumpe como generador de nuevos códigos de emancipación para leer las imágenes registradas por la artista en los incendios y protestas.

En Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, el Hotel Biotermal de Aguascalientes fue acondicionado como refugio para la fauna afectada por los incendios.[5] El encuentro de la artista con un tucán ciego a causa del fuego resonó con la noticia, semanas después, de quienes perdieron un ojo durante las represiones en Chile. En ambos casos, los cuerpos generaron “nuevos modos de mirar” o, en sintonía con la digitalización de los cuerpos, de “escanear al otrx”. Para Domínguez, el tucán y los humanos heridos desarrollan una nueva sensibilidad que los transforma en protagonistas de una mitología que acompaña el camino frente al futuro. Perder la vista genera sensibilidades y formas de reconocimiento que habilitan la configuración de alianzas interespecie. En el video, Darwin, un trabajador de 17 años del refugio, y Maléfico, un perico color verde, posan juntos como alegoría de la relación recíproca y ambivalente entre guardián y compañero, orillados por la emergencia a encontrar un modo de coexistir, correlacionarse y afectarse.

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Uno de los momentos más potentes de las protestas chilenas fue la coordinación colectiva de los manifestantes que apuntaron láseres a un dron que vigilaba las manifestaciones hasta lograr confundirlo y, finalmente, derribarlo.[6] Los haces de luz color verde, visibles en el aire debido a los humos de la protesta y el polvo, conformaron una suerte de bosque de luz emanado del asfalto. Esta imagen se relaciona con el imaginario onírico del video, cuyo planteamiento está informado por la visualidad que los ojos —y su extensión en los lentes de la cámara de Domínguez— escanearon en las calles de Santiago. Madre Drone propone el gesto de “pasar a nuestro bando” al dron enemigo, como fundamento de la invención de un nuevo orden donde especies, humanos y tecnología unen fuerzas para enfrentar los enconos de un sistema heredado. Su potencia radica en la imaginación de formas de emancipación que provienen del imaginario simbólico, a partir de las imágenes de intervención, lamento y llamado a la acción.

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Tres años después de su producción, la pieza continúa lanzando preguntas sobre los fuegos pendientes por apagar y encender. La reflexión de Madre Drone se extrapola a múltiples luchas en defensa del territorio ante la depredación capitalista a nivel global. Un ejemplo es Ecuador, donde se llevó a cabo el plebiscito para detener la explotación petrolera en la reserva amazónica del Yasuní, unos días antes de cerrar este texto.[7] Tras 10 años de lucha para lograr la consulta, Ecuador hizo historia al convertirse en la primera nación en cambiar el destino del medio ambiente en un proceso democrático. El resultado exige al Estado mantener las reservas de petróleo en el subsuelo, lo cual deja ver una nueva agenda y consciencia entre los votantes. Quizá aquella inflamación del mundo, ésa que anuncia la Madre Drone, puede dejarse sentir en acciones que, poco a poco, logran desajustar la balanza hacia un futuro posible.

Alejandra Moreno y Jaime González Solís

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Descarga aquí la publicación Gaiaguardianxs  que acompaña el desarrollo de la pieza Madre Drone, 2019-2020.

Publicación comisionada por Thyssen-Bornemisza Art Contemporary para st_age, junio–agosto, 2022
Diseño gráfico: Futuro.Studio, Madrid
Diseño 3D: Álvaro Muñoz
Textos y videos: Patricia Domínguez
Edición: Claudia Blin

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Patricia Domínguez
Madre Drone, 2019­–2020
Video 4K
20’ 51”
Cortesía de la artista

Guion, dirección y edición: Patricia Domínguez
Diseño y animación 3D: Álvaro Muñoz
Producción: Uri Carrasco
Dirección de fotografía: Juan Eduardo Serna
Diseño de disfraces: Edson Maraz (serpiente), Jorge Mollinedo de SOARY y Carlos Romeo de JC PROPS (gigante de hierro)
Música: Futuro Fósil
Diseño de sonido: Patricia Domínguez
Actores: Paul Andrés, Achivare Menacho y Romina Ávalos
Grabación de imágenes de protestas en Chile: Cepams y Emilia Martín
Grabación de mágenes de incendios en Roboré: Eduardo Osorio y Claudia Belaunde
Agradecimientos: Bárbara Baldovinos, Rafa Barber, Galería Patricia Ready, Kiosko Galería, Refugio Biotermal de Roboré y Teatro Experimental Universitario
Video comisionado por CentroCentro y producido en Residencia Kiosko, 2019–2020
 

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Patricia Domínguez Claro
(Santiago de Chile, 1984; vive y trabaja en Santiago de Chile)

Es una artista chilena, cuyo trabajo recodifica elementos del sistema capitalista para convertirlos en mitos de resistencia multiespecie. Mediante proyectos multidisciplinarios, que reúnen la investigación experimental etnobotánica con prácticas de sanación, la artista propone una visión poética de la vida contemporánea, profundamente ligada a la tierra y a los saberes espirituales. En su obra, materializada en dibujos, esculturas, instalaciones y videos, plantea a la imaginación artística como forma de emancipación psíquica y como camino de curación del trauma colonial. Esta operación surge de la investigación sobre las implicaciones de la huella colonial en Sudamérica y en su vida personal. Su obra ha sido exhibida en New Museum, Wellcome Collection, Gwangju Biennale, Gasworks London, Transmediale Berlin, Museo Thyssen Bornemisza, Seoul Museum of Art, Museo del Barrio, Bronx Museum y FLORA ars+natura, entre otros. En 2022 recibió la Beca Botin y en 2021 el premio de residencia Simetría para ir al CERN. Contribuyó al libro Documents for Contemporary Art Issue HEALTH DoCA. Actualmente, es directora de la plataforma etnobotánica Studio Vegetalista.

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Curaduría: Alejandra Moreno y Jaime González Solís
Textos: Alejandra Moreno y Jaime González Solís
Dirección de contenidos: Ekaterina Álvarez, Cuauhtémoc Medina
Coordinación curatorial: Mariel Vela
Gestión digital: Ana Cristina Sol
Edición de contenidos: Roberto Barajas, Vanessa López, Yerem Mújica
Traducción al inglés: Julianna Neuhouser
Prensa: Francisco Domínguez, Eduardo Lomas