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La danza del duelo

La obra de Yael Bartana ha abordado la noción de pertenencia a un Estado-nación y la afiliación a éste como referente a la vez utópico y de una continua violencia. Esta identidad que se construye provoca que el individuo se siente más atrapado que acogido. Nacida en Israel, Bartana produce obras que cuestionan la rigidez de las constricciones que genera la identidad política y ahonda en los mecanismos de construcción de comunidad. Un tema que se ha vuelto relevante en esta época de nuevos nacionalismos y reclamos identitarios.

Bartana suele trabajar a partir de recreaciones de sucesos o situaciones históricas, abordadas desde la ambigüedad entre realidad y ficción. Esta ambivalencia deliberada le permite revisar la historia y explorar el modo en que se construyen narrativas. Sus recreaciones operan, como ella misma ha indicado, a manera de pre-enactments —un accionar previo al hecho—. Uno de sus métodos preferidos es la creación de historias alternativas y relatos contra-factuales basados en algo que no ocurrió. De esta manera, sus obras cuestionan también las políticas de la memoria y la creación de relatos monolíticos.

En The Undertaker, una sepulturera dirige a un grupo hasta el cementerio Laurel Hill, donde ritualizan el entierro de armas bélicas de juguete. La ubicación no es arbitraria: la película fue filmada en la ciudad de Filadelfia, cuna de la democracia de Estados Unidos, el lugar donde se firmó la Declaración de Independencia y la Constitución del país. La artista se apropia del carácter fundacional e histórico de la ciudad para situar una extraña procesión, una marcha entre calles en la que los transeúntes ajenos a la acción se convierten, de manera involuntaria, en cómplices.

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La pieza busca una dislocación temporal mediante el contraste de dos momentos históricos: la Revolución Americana del siglo XVIII, registrado con el deambular entre las tumbas de soldados uniformados que se presentan como fantasmas, y la interacción con los policías de la Filadelfia actual y el público que presencia la marcha. La confusión temporal también se manifiesta durante el entierro, donde se evidencia que las armas provienen de diferentes épocas históricas. Esta indeterminación temporal permite a Bartana dotar a la acción de una universalidad que potencia su carácter utópico: ¿qué ocurriría si se enterraran las armas?, ¿sería posible el fin de la violencia en un futuro?

La solemnidad y el suspense de la procesión crean un ritmo hipnótico. En silencio, los cuerpos se acompañan y se siguen al compás del retumbar de unos tambores que enmarcan los pasos del grupo. La pieza se vuelve así un himno a la presencia y a la importancia de los gestos, y los cuerpos se sumergen y desplazan entre la historia y sus diversos episodios de violencia.

Los enterradores bailan una danza inspirada en un performance de la israelí Noa Eshkol, que fue ejecutado en 1953 en el Kibbutz Lohamei HaGeta’ot en el décimo aniversario del levantamiento del gueto de Varsovia. El duelo se hace paralelo al de la difícil danza del olvido y el recuerdo, presente en las historias de violencia.

A través de sus piezas, Bartana ahonda en el papel de los rituales en la construcción de la comunidad y subraya la importancia de la ceremonia en la conformación de lo colectivo. Los rituales, como ha apuntado el filósofo Byun-Chul Han en su libro La desaparición de los rituales (2020), ​​​​generan una “comunidad sin comunicación específica”, que se constituye por medio de la percepción simbólica, a través de códigos y señas de identidad establecidos.

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Como indica Han, actualmente nos encontramos en una fase opuesta donde una “comunicación sin comunidad” aparece como producto de una sociedad sin cohesión, obsesionada por la funcionalidad, la producción y donde  predomina la individualidad.

A raíz de los recientes desarrollos políticos globales (las tensiones raciales, los abusos de autoridad y la imperante crisis identitaria) The Undertaker tiene una especial resonancia. El imparable auge de la violencia y la necesidad de reformar la ley de posesión de armas en Estados Unidos hacen del entierro simbólico un gesto que deviene acción para el futuro. ¿Qué tipo de representaciones e imágenes configuran las comunidades y de qué modo podemos imaginarnos para construirnos en colectivo?

Virginia Roy

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Identidad y ritual.
Una conversación entre Yael Bartana y Virginia Roy

Virginia Roy (VR):
En la actualidad sufrimos reivindicaciones identitarias que tienen una forma de expresión extrema, tanto política como técnica. Por un lado, existe una omnipresencia de discursos de identidad esencialistas en múltiples esferas (política, económica, religiosa). Por otro lado, tenemos una creciente desconfianza hacia “el otro”, que ha llevado a una obsesión con los medios de control biométrico y los datos “personales”, en términos de lo que Giorgio Agamben ha llamado “identidad sin persona”. En este sentido, parece necesario repensar el significado de las ideas identitarias, como propones en la mayoría de tus piezas. ¿Cómo entiendes los límites de la formación de identidad en tu obra y cómo se produce?

Yael Bartana (YB): El predominio de los “discursos de identidad esencialistas” que mencionas y la desconfianza hacia el “otro” no son por necesidad mutuamente excluyentes. [...]


CONVERSACIÓN COMPLETA AQUÍ

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Yael Bartana, The Undertaker [La sepulturera], 2019
Instalación de video y sonido de un canal, 15’
Cortesía de Annet Gelink Gallery, Ámsterdam; Sommer Contemporary Art, Tel Aviv, y Petzel Gallery, Nueva York

Yael Bartana
(Kfar Yehezkel, Israel, 1970; vive y trabaja entre Ámsterdam y Berlín)

Conocida por sus películas, fotografías e instalaciones, el trabajo de Bartana se ha mostrado en numerosos museos y bienales importantes con una gran muestra retrospectiva en el Museo Judío de Berlín programada para 2021. Las obras de Bartana se han exhibido en Fondazione Modena Arte Visive, Modena (2019); Museo de Arte de Filadelfia (2018); Musée Cantonal des Beaux-Arts, Lausana (2017); Museo de Arte Moderno de Louisiana, Humlebaek (2015); Museo Stedelijk, Ámsterdam (2014); 31a Bienal de São Paulo (2014), 19a Bienal de Sydney, PAMM (2013) Walker Art Center, Mineápolis (2013), Carnegie International (2013), Van Abbemuseum, Eindhoven (2012), Secesión de Viena (2012), 7a Bienal de Berlín (2012); 54a Bienal de Venecia (Pabellón de Polonia, 2011).